Formación de herbología en el medio rural

Aprende herbología en el lugar en el que vive la flora medicinal silvestre: la naturaleza del mundo rural.

Un nuevo concepto de formación

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Baño de bosque, la medicina forestal

baño de bosque

Baño de bosque y efecto biofilia

El término “Biofilia” se refiere al amor del ser humano por todo lo viviente, siendo acuñado por el filósofo y psicoterapeuta alemán Erich Fromm a mediados del siglo XX. Más tarde, el profesor de la universidad de Harvard y biólogo evolucionista Edward O. Wilson, lo recuperó para plantear la hipótesis biofilia, la cual pone de manifiesto la necesidad innata del ser humano de conectarse con el resto de los seres vivos.

baño de bosqueAsí, el “efecto biofilia” es el conjunto de consecuencias y reacciones de nuestro organismo y mente al establecer contacto directo con entornos naturales o elementos propios y genuinos de estos entornos. Al rodearnos de estímulos de tipo primigenio, como vistas a las montañas, olor de tierra húmeda, aroma de flores frescas y tacto de hierba bajo nuestros pies, por citar algunos, se desencadena una reacción en cascada de beneficios para nuestra mente y cuerpo que inciden profundamente en nuestra bioquímica y fisiología.

“La mente humana es un producto del Pleistoceno al que dio forma una naturaleza virgen que ni mucho menos ha desaparecido”. David W. Orr. (Profesor de ciencias del medioambiente de la Universidad de Vermont)

El tipo de vida actual, alejado y aislado del medio natural esencial para nuestra biología, es un factor principal que promueve trastornos y disfunciones tan graves y actuales como la obesidad, el TDAH, la ansiedad, la diabetes o la inflamación de bajo grado, entre otras. Por ello, un elemento clave en la conservación y recuperación de la salud es el contacto frecuente y directo con la naturaleza.

El Dr. Qing Li y Japón

efecto biofiliaExisten actualmente numerosos estudios que abordan el “efecto biofilia” y que demuestran sus postulados, comprobando poco a poco cuán profunda y transformadora es nuestra relación con el entorno natural. Algunos de los estudios más trascendentes y reveladores han sido llevados a cabo por el Dr. Qing Li y su equipo en Japón.

El Dr. Qing Li es inmunólogo y director de la Sociedad Japonesa de Medicina Forestal, cuyo propósito es promover y estudiar los beneficios del contacto entre los seres humanos y el medio natural. Durante años (y actualmente) ha experimentado con grupos de personas de toda clase y condición (hombres y mujeres, ancianos y jóvenes, enfermos y sanos, etc) para comprobar de forma estrictamente científica los cambios acontecidos en ellas tras la exposición a diferentes tipos de ecosistemas o estímulos naturales.

Los resultados han sido sorprendentes, ya que por el momento ha logrado demostrar que el contacto con la naturaleza genera los siguientes efectos medibles en el organismo:

  • Aumento significativo del recuento de células NK (Natural Killer) y su actividad.
  • Aumento de la producción y actividad de proteínas anticancerígenas. (Perforina, granulisina, granzima).
  • Importante reducción en sangre de hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina.
  • Aumento de las horas y calidad del sueño.
  • Disminución de la ansiedad, la ira, la fatiga y la confusión.
  • Reducción de los niveles de azúcar en sangre.

Además, otros investigadores a lo largo y ancho del mundo también han demostrado que el efecto biofilia:

  • Rebaja significativamente la tensión arterial y la frecuencia cardiaca.
  • Estimula el buen humor.
  • Disminuye la actividad del sistema nervioso simpático.
  • Aumenta la actividad del sistema nervioso parasimpático.
  • Propicia un estado de relajación y bienestar.
  • Mejora la salud metabólica.
  • Mejora la concentración y la memoria.
  • Mejora la depresión.
  • Mejora el umbral del dolor.

Una de las razones de que el contacto con entornos naturales produzca estos efectos tan benéficos sobre el organismo se debe a unos compuestos orgánicos volátiles denominados fitoncidas. Los fitoncidas están presentes en gran cantidad en el aire de los bosques, dependiendo su concentración de la época del año, de la humedad, de la temperatura y del tipo de bosque.

“Cuando contemplemos el cerebro humano como un órgano que en el transcurso de la evolución se ha desarrollado para analizar el entorno desde la prehistoria y reaccionar en consecuencia, entonces empezaremos a ver la interacción del ser humano con el mundo natural de un modo muy distinto”. Gordon Orians. (Profesor emérito de biología por la Universidad de Washington)

shinrin yokuAl inhalar estos compuestos nuestro sistema inmunitario se estimula, poniéndose en marcha una serie de reacciones que propulsan la salud. Uno de los efectos más llamativos es el increíble aumento de células NK y proteínas anticancerígenas, el cual se sitúa entre valores del 30% y del 55% según estudios del Dr. Qing Li.

Las células NK (Natural Killer) son linfocitos citolíticos naturales, los cuales forman parte de nuestro sistema inmune y están especializados en la destrucción de otras células infectadas por virus y células tumorales. Cuando respiramos el aire del bosque nuestra sangre se llena de este tipo de células benéficas y elimina cualquier amenaza que pudiese alojarse en nuestro organismo.

Además, al pasar un día en el campo los beneficios perduran en el organismo durante siete días más, por lo que los paseos por espacios verdes y naturales se convierten de este modo en una de las mejores herramientas preventivas de la actualidad.

La práctica del baño de bosque (Shinrin-yoku)

Una de las aplicaciones más conocidas y estudiadas de la medicina forestal son los baños de bosque. Esta práctica, también denominada Shinrin-yoku en japonés, consiste en frecuentar espacios verdes naturales o ajardinados, preferiblemente de una elevada calidad medioambiental, para generar un efecto saludable en la mente y el organismo.

baño de bosqueLos baños de bosque se consolidaron como práctica en el Japón de los años ochenta para prevenir el agotamiento, la frustración y la enfermedad de los ciudadanos, cada vez más aglomerados en ciudades y con estilos de vida sedentarios y antifisiológicos.

“Nos enfrentamos al hecho sorprendente de que el sistema inmunitario ha demostrado ser un sistema sensorial capaz de percibir, comunicar y actuar”. Joel Dimsdale. (Profesor de psiquiatría de la Universidad de California)

Debido a sus buenos resultados, el interés internacional se volcó paulatinamente hacia esta metodología y actualmente se extrapolan sus prácticas a otros países y sociedades, como Estados Unidos, Alemania, Irlanda, Finlandia o Corea del Sur. En España existen proyectos y empresas como Selvans, el Instituto de Baños de Bosque o IVATENA que impulsan su conocimiento, difusión y práctica entre la sociedad.

Varios estudios han evidenciado cómo la cercanía y el contacto habitual con zonas verdes hace disminuir los índices de morbilidad y mortalidad entre los seres humanos que las disfrutan, en contraposición a aquellas personas que no disponen de este acceso o cercanía a entornos naturales.

Uno de estos estudios es el que realizó el investigador de la Universidad de Harvard, Peter James. En su investigación comprobó cómo las mujeres que vivían en las proximidades de una zona verde sufrían un 41% menos de muertes por enfermedades renales, un 34% menos por enfermedades respiratorias y un 13% menos por procesos de cáncer.

efecto biofiliaAsí pues, para disfrutar de una vida plena y saludable es importante establecer como hábito los baños de bosque. Ahora bien, ¿Qué características principales definen un baño de bosque? Responder a esta pregunta es importante, ya que un baño de bosque no es salir al campo a hacer deporte, ni a escuchar música con auriculares, ni a leer un libro, aunque estas actividades sean realmente gratificantes.

Las características que definen a un baño de bosque son las siguientes:

  • Se escoge un entorno natural o ajardinado tranquilo y, si es posible, de una calidad medioambiental y paisajística elevada.
  • Se visita el lugar en una actitud tranquila y recogida.
  • La distancia total recorrida durante el transcurso de la actividad oscila entre 1 y 3 km.
  • El tiempo mínimo de estancia en el medio natural es de 2 horas.
  • Se evita el uso de aparatos electrónicos.
  • Se realiza en silencio.
  • Se realiza con ropa cómoda y que permita un confort térmico.

Durante la actividad es posible sentarse para contemplar el entorno, tocar el suelo, las cortezas de los árboles, percibir el aroma de las flores y sentir los rayos del sol en la piel. De este modo, estaremos introduciéndonos en la naturaleza de forma activa y receptiva, sin más objetivo que el de estar en su presencia y respirar tranquilos, sanando con cada mirada al cielo, con cada brizna de hierba que toque nuestra piel y con cada canto alado que llegue a nuestros oídos.

Recuperar lo sagrado

sagrado

Es tiempo de recuperar lo sagrado. Son días de volver la mirada hacia las raíces y de reclamar la trascendencia que habitamos y que nos habita, como enjambre de abejas endulzando el vivo y añoso tronco que las cobija.

No se trata de una reivindicación religiosa, ni siquiera me refiero a una demanda de índole espiritual. Nada de eso. Al igual que el canto de la oropéndola busca ser atendido y considerado para, en última instancia, perpetuar la especie, hoy mi reclamo se torna práctico, abanderado pragmático de los tiempos presentes.

La renuncia de lo sagrado nos precipita directamente al abismo.

Y es que, la renuncia de lo sagrado nos precipita directamente al abismo. Nos destierra de nuestro propio hogar y subasta las nobles riquezas que nos fueron concedidas como herencia. Como obra sin autor, quedamos huérfanos y a merced de ávidas intenciones que reclaman su ganancia a costa de lo inefable.

Por ello, lo importante debe volver a ser sagrado. Únicamente a través de este profundo reconocimiento seremos capaces de conservarlo. Lo sagrado no tiene precio, al tiempo que su valor es infinito e inconcebible. No puede comprarse ni venderse, ni está sujeto a las leyes del mundo. Tan solo puede venerarse y respetarse, siendo empleado para fines de semejante naturaleza.

¿Y que es lo sagrado? La vida, sin duda. Y la naturaleza como genuina manifestación de la misma. Esta es la enseñanza que tantas culturas y tradiciones pretéritas nos han mostrado, desde los nativos americanos hasta los aborígenes australianos, pasando por el pueblo celta y la propia tradición cristiana. 

Si bien es cierto que, al igual que en todas las sociedades humanas conocidas, el miedo, el deseo de poder y la soberbia han emergido de algún modo u otro y han podido empañar y tergiversar esta inmaculada visión, el mensaje de fondo siempre ha permanecido presente e inmutable, como así han mostrado al mundo las numerosas vidas de tantos hombres y mujeres lúcidos y virtuosos, sirviendo de testimonios vivos de tan sublime realidad.

Entender que la vida que palpita y da forma a un árbol es sagrada, que el fruto que tomamos de él y nos nutre es un regalo y que su presencia es una bendición se torna un cambio de paradigma necesario, imprescindible para instaurar con éxito un nuevo modelo de sociedad.

Una sociedad que no comercia con lo que no tiene precio, sino que lo toma como un maná, en su cantidad justa y necesaria.

Una sociedad que entiende lo sagrado, que hace de los bosques y selvas sus templos, que bendice las aguas, que honra los vientos y contempla con asombro y admiración la prístina cúpula celeste. Una sociedad que no comercia con lo que no tiene precio, sino que lo toma como un maná, en su cantidad justa y necesaria, como el arrendajo que siembra y expande el bosque al guardar los frutos que le servirán de alimento.

Así como el viejo tocón permanece vivo por las raíces hermanas de árboles colindantes, la sociedad que está naciendo primará de valores genuinamente vegetales. Cooperación, comprensión, inclusión, adaptación, compromiso, servicio, confianza y propósito serán algunos de los principales tripulantes de este florido navío, comandado por la lucidez que otorga el reconocimiento de la trascendencia propia y del planeta.

Por todo ello, es tiempo de recuperar lo sagrado.

Trastorno por déficit de naturaleza

déficit de naturaleza

Exploremos el trastorno por déficit de naturaleza, pero primero, pongámonos en situación. Los seres humanos hemos tenido éxito evolutivo como especie gracias al entorno natural del cual formamos parte. Los bosques y campos nos han proporcionado refugio, alimento, seguridad, calor, diversión, medicina e inspiración, entre otras muchas cosas.

Si reducimos todo el tiempo transcurrido desde el origen de nuestro planeta Tierra hasta nuestros días en un solo año, vemos que el primer Homo Sapiens aparece el día 31 de diciembre a las 23:30h. Es decir, toda nuestra historia como humanidad corresponde tan solo a 30 minutos dentro de todo un año de vida del planeta. Si vamos más allá y continuamos con el ejemplo, el tiempo correspondiente a nuestra vida mayormente urbanita y en entornos metropolitanos es de 0.7 segundos, el 0.04% del tiempo total de nuestra existencia como especie.

En ese tiempo tan corto, casi imperceptible, gran parte de los seres humanos hemos dado la espalda a la naturaleza, desvinculándonos de ella y creando un entorno artificial repleto de estímulos y materiales desconocidos hasta el momento para nosotros. Es cierto que el experimento está siendo fascinante, y que mucho de lo que descubrimos nos ayuda a desarrollarnos como civilización y a mejorar nuestra calidad de vida, no obstante, también hemos empezado a descubrir la otra cara de la moneda de este avance en solitario, pues empezamos a experimentar el precio a pagar por dejar de lado a quién, por siempre, es nuestra compañera de equipo: la naturaleza.

EL TIEMPO CORRESPONDIENTE A NUESTRA VIDA MAYORMENTE URBANITA Y EN ENTORNOS METROPOLITANOS ES DEL 0.04% DEL TIEMPO TOTAL DE NUESTRA EXISTENCIA COMO ESPECIE.

Así, en los últimos tiempos, en los que las nuevas tecnologías toman un papel preponderante en nuestra vida diaria y nos vemos imbuidos en nuevas formas de vida que tienen como contexto las ciudades modernas, cada vez es más común sentir las consecuencias de nuestra alienación natural. Estos síntomas se han agrupado bajo el paraguas de lo que se denomina actualmente como trastorno por déficit de naturaleza, término acuñado por primera vez en el año 2008 por el estadounidense Richard Louv en su libro “Los últimos niños en el bosque”.

El trastorno por déficit de naturaleza es la consecuencia directa de la falta continuada y repetida de contacto con entornos naturales y elementos propios de los ecosistemas de los que formamos parte de manera natural. Aunque todavía no se considera como un trastorno médico, se lo relaciona con disfunciones como:

  • El TDAH.
  • La obesidad.
  • La deficiencia de vitamina D.
  • La ansiedad.
  • La depresión.
  • La fatiga atencional.
  • El estrés.
  • La irritabilidad.
  • Enfermedades respiratorias.

Y es que, el peaje por dejar de lado la naturaleza no es baladí. Se prevé que para el año 2050 el 68% de los seres humanos viviremos nuestra mayor parte del tiempo en grandes ciudades. Si no consideramos el contacto con la naturaleza y la preservación y creación de espacios naturales como un aspecto capital de nuestra supervivencia como especie, los desequilibrios a los que nuestros cuerpos y mentes se verán sometidos serán cada día más generalizados e intensos.

SE PREVÉ QUE PARA EL AÑO 2050 EL 68% DE LOS SERES HUMANOS VIVIREMOS NUESTRA MAYOR PARTE DEL TIEMPO EN GRANDES CIUDADES.

Nunca antes en nuestra historia como especie había ocurrido tal situación. Las personas que habitamos en estos momentos el planeta, muchas de ellas pertenecientes a las generaciones más jóvenes, son las personas que mayor cantidad de información sobre el mundo poseen a nivel global. Son capaces de nombrar especies animales del continente africano u Oceanía y explicar con facilidad el funcionamiento de un ecosistema tropical. En cambio, su experiencia de contacto directo con la naturaleza suele ser sorprendentemente limitada y su vínculo con el entorno natural más inmediato es débil o incluso nulo.

EL OLOR A RESINA DE PINO, EL CANTO DE LA ALONDRA, LA VÍA LÁCTEA EN PLENA NOCHE O EL TACTO DEL BARRO Y LA HIERBA EN LOS PIES DESCALZOS SON SENSACIONES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN PARA NUMEROSAS PERSONAS.

Así, nos encontramos ante la paradoja de una sociedad altamente informada sobre la naturaleza y aparentemente sensibilizada sobre esta, que en el fondo y en la práctica no se siente una con ella, pues no ha generado un vínculo con la misma a través de la experiencia directa. Todo lo aprendido se recibió de forma indirecta, a través de pantallas de cristal líquido y vitrinas de cristal. El olor a resina de pino, el canto de la alondra, la vía láctea en plena noche o el tacto del barro y la hierba en los pies descalzos son sensaciones en peligro de extinción para numerosas personas. Conocemos como nunca antes el movimiento y las características de las estrellas y no podemos verlas, cegados por nuestra propia luz metropolitana. Los árboles y arbustos de nuestras ciudades y parques públicos son considerados mobiliario urbano, equiparando su función y utilidad a la de una farola o una papelera. Mientras tanto, nuestra salud no entiende esta separación y pierde el equilibrio.

Por suerte, la naturaleza está de nuestro lado. Por nuestra sangre corren efluvios naturales y nuestros genes custodian nuestro recorrido silvestre hasta la actualidad. Nos hemos engendrado en el vientre del planeta y, por tanto, somos sus hijos e hijas biológicos. Esto se traduce en que, simplemente ordenándonos en relación a lo natural y ocupando nuestro lugar con orgullo y humildad, la salud podrá ser el estado natural desde el que vivamos nuestros días.

Este hecho se manifiesta de múltiples formas, como por ejemplo, en la enorme cantidad de beneficios que nos aporta a los seres humanos pasar unas horas en el campo, o en las virtudes que las plantas nos regalan al incorporarlas como alimento prioritario en nuestra dieta, o en la medicina que encierran sus flores, frutos y sus otras partes vegetales. Simplemente pasar unas pocas horas en contacto directo y relajado con la naturaleza, realizando la actividad que se ha denominado como Baño de bosque (práctica bautizada en Japón como shinrin yoku), nos aportará los siguientes beneficios:

  • Al pasar unas horas en un entorno natural acontece un incremento significativo de linfocitos citolíticos naturales, también llamados células NK (Natural Killer). Estos linfocitos forman parte de nuestro ejército de defensa interno y unas de sus funciones principales es la eliminación de células tumorales y células infectadas por virus.
  • La presión arterial desciende y se regula.
  • Los niveles de cortisol, también conocida como la hormona del estrés, bajan y se regulan.
  • Se estimula la producción de serotonina, también conocida como la hormona de la felicidad.
  • Tanto la tensión física, como la mental y la emocional suelen descender y liberarse en cierta medida.
  • El organismo es mejor y más eficientemente oxigenado.
  • Mejora la concentración y la atención dirigida.
  • Mejoran los procesos creativos.
  • Se estimula una sana gestión emocional.

AL PASAR UNAS HORAS EN UN ENTORNO NATURAL ACONTECE UN INCREMENTO SIGNIFICATIVO DE LINFOCITOS CITOLÍTICOS NATURALES, TAMBIÉN LLAMADOS CÉLULAS NK (NATURAL KILLER).

Asimismo, existen estudios que relacionan distintos estímulos naturales, como por ejemplo la imagen de un árbol, un paisaje o una planta, con una recuperación más rápida y con un menor consumo de fármacos analgésicos por parte de personas sometidas a una intervención quirúrgica. Del mismo modo, los niños y niñas con contacto recurrente con el medio natural se califican a sí mismos en un grado mayor de autoestima que sus compañeros puramente urbanitas. Como vemos, al exponernos de forma relajada y establecer un contacto real con elementos naturales nuestra salud se potencia en distintos niveles, pudiendo considerarse esta repercusión como parte del llamado efecto biofilia, término acuñado por Edward O. Wilson para referirse al sentido de conexión innato que siente la vida hacia la propia vida. Esta conexión con la vida nos resulta imprescindible y favorece un correcto desarrollo del ser humano en cualquiera de sus etapas vitales.

LOS NIÑOS Y NIÑAS CON CONTACTO RECURRENTE CON EL MEDIO NATURAL SE CALIFICAN A SÍ MISMOS EN UN GRADO MAYOR DE AUTOESTIMA QUE SUS COMPAÑEROS PURAMENTE URBANITAS.

El trastorno por déficit de naturaleza tiene su solución más cerca de lo que creemos. Un paseo por el parque más cercano, una escapada de fin de semana al campo o introducir plantas en nuestro hogar serán acciones efectivas para restablecer nuestro vínculo natural con el medio. Al vivir de manera más coherente con la naturaleza y, consecuentemente, con nuestra propia identidad, nuestra salud se verá estimulada y potenciada. Casi sin ser conscientes, nos vemos reconocidos en un entorno confiable en el que una parte ancestral y primitiva de nosotros mismos sabe que puede tener éxito y prosperar. Y es este hecho tan trascendental el que nos nutre, nos calma y nos aporta una profunda serenidad.

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